La tierra ya no es la misma, ya no produce como antes, cada vez el rendimiento es menos, es la queja generalizada de agricultores campesinos de la zona de la Central Faja Norte, en el km 23, hacia el oeste de Yapacaní, que conduce a Choré.
En el lugar, se puede verificar que la tierra está ‘partida’, que hay como unas rajaduras que dividen el suelo, que hace que el agua se diluya fácilmente.
En el chaco de Hernán Fernández, el arroz es pequeño. “Es soca”, aclara Jacinto Ríos, otro agricultor que vive en la comunidad de Platanal, como a unos 30 kilómetros al oeste, donde dice que también las propiedades agrícolas tienen el mismo problema.
Soca le llaman los agricultores al retoño que brota y vuelve a dar fruto, luego de la primera cosecha que hay en algunos cultivos, como el arroz y, también, el sorgo.
Casiano Marino Siguairo, indicó que su terreno está erosionado y que este problema se agudiza después que pasa el periodo de las lluvias y el suelo comienza a secarse.
Diego Martínez, que este año dio parte de sus 50 hectáreas en alquiler porque le faltó plata para sembrar, mostró su chaco con arroz soca, también partido.
Siguairo dice que hace unos diez años en su chaco se daba como 35 y 40 fanegas por hectárea, ahora saca entre 15 y 20 fanegas, el rendimiento bajó considerablemente. “Se cortó el bosque, ya no hay árboles, ahora hay que reforestar y poner cortinas rompeviento”, dice.
En las zonas tradicionales del cultivo de arroz en Yapacaní, ya se presentan problemas de baja fertilidad por la compactación del suelo y la erosión de la tierra, según afirmó Remberto Gonzales, presidente del Consejo Nacional Arrocero (Conarroz).
Esta situación, según Gonzales, se debe a la erosión hídrica que provocan los ríos Ichilo, Yapacaní y el Surutú, que afectan a campos de producción cuando hay inundaciones. También cuando el terreno tiene una pendiente, el agua de lluvia se lleva el mejor suelo y a la larga se corre el riesgo de que estas zonas queden desiertas.
En el lugar, se puede verificar que la tierra está ‘partida’, que hay como unas rajaduras que dividen el suelo, que hace que el agua se diluya fácilmente.
En el chaco de Hernán Fernández, el arroz es pequeño. “Es soca”, aclara Jacinto Ríos, otro agricultor que vive en la comunidad de Platanal, como a unos 30 kilómetros al oeste, donde dice que también las propiedades agrícolas tienen el mismo problema.
Soca le llaman los agricultores al retoño que brota y vuelve a dar fruto, luego de la primera cosecha que hay en algunos cultivos, como el arroz y, también, el sorgo.
Casiano Marino Siguairo, indicó que su terreno está erosionado y que este problema se agudiza después que pasa el periodo de las lluvias y el suelo comienza a secarse.
Diego Martínez, que este año dio parte de sus 50 hectáreas en alquiler porque le faltó plata para sembrar, mostró su chaco con arroz soca, también partido.
Siguairo dice que hace unos diez años en su chaco se daba como 35 y 40 fanegas por hectárea, ahora saca entre 15 y 20 fanegas, el rendimiento bajó considerablemente. “Se cortó el bosque, ya no hay árboles, ahora hay que reforestar y poner cortinas rompeviento”, dice.
En las zonas tradicionales del cultivo de arroz en Yapacaní, ya se presentan problemas de baja fertilidad por la compactación del suelo y la erosión de la tierra, según afirmó Remberto Gonzales, presidente del Consejo Nacional Arrocero (Conarroz).
Esta situación, según Gonzales, se debe a la erosión hídrica que provocan los ríos Ichilo, Yapacaní y el Surutú, que afectan a campos de producción cuando hay inundaciones. También cuando el terreno tiene una pendiente, el agua de lluvia se lleva el mejor suelo y a la larga se corre el riesgo de que estas zonas queden desiertas.
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