Si bien Bolivia tiene las condiciones para la producción de biodiésel, sin embargo existen limitaciones para poner en práctica el emprendimiento económico por las características geográficas del país.
Para la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), promover la producción y utilización de este combustible biológico podría resultar contraproducente.
Uno de los motivos que argumenta es que el territorio nacional cuenta sólo con una superficie limitada de suelos aptos para actividades agrícolas, el resto, mayoritariamente, tiene vocación forestal, con suelos notablemente frágiles y pobres.
Con ese razonamiento, se puede indicar que la producción de biodiésel podría provocar, por una parte, que se socaven las bases mismas de la seguridad alimentaria nacional y se aumente nuestra dependencia externa, en la medida en que la demanda y los precios del mercado internacional favorezcan la utilización de este u otros combustibles vegetales en desmedro de la producción de alimentos.
La entidad defensora del medio ambiente señala que la producción de biodiésel implica la utilización de grandes extensiones de suelo y generaría la expansión de los cultivos de oleaginosas como soya, macororó o ricino, girasol y palma africana, posiblemente transgénicas, generando presiones sobre ecosistemas forestales en riesgo, como el bosque Chiquitano o los bosques de Yungas.
Además, si se pretende aplicar la producción del biodiésel a partir del cultivo del tarwi, existe el riesgo del deterioro de suelos también en el altiplano boliviano.
Ante esos planteamientos contra la producción de biodiésel, un documento de la Cámara de Industrias, Comercio y Turismo de Santa Cruz (Cainco) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) indica que la producción de biodiésel sólo compromete al aceite crudo, que tendrá graves problemas de mercado a partir del 2008 porque Bolivia no es competitiva sin preferencias arancelarias por los elevados costos logísticos.
También sostienen que en el país el consumo de aceite refinado no es significativo, porque sólo representa el 17 por ciento de la producción nacional.
El documento señala que es poco factible que Bolivia se convierta en un pequeño “cluster” de producción de aceite refinado porque el mundo demanda commodities para la producción interna de este tipo de productos. Las importaciones sólo representan el 18 por ciento del crudo.
Lo cierto es que si Bolivia sigue exportando aceite crudo sin convertirlo en a biodiésel estaría traspasando divisas a terceros, indica en sus partes más importantes el documento de ambas instituciones que fue presentado la semana pasada en el Foro “¿Por qué debería apostar Bolivia por los Biocombustibles?”.
Qué es el biodiÉsel?
El biodiésel es un combustible fundamentalmente de origen vegetal que constituye una potencial alternativa a los combustibles fósiles como el diesel, la gasolina y otros, pues a diferencia de éstos disminuye las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Según algunos expertos, el futuro de esta energía estaría garantizado siempre que las administraciones gubernamentales colaboren con legislación a favor de su uso, con leyes que obliguen su consumo, con el mantenimiento de ayudas fiscales para la producción y transformación de algunos cultivos actuales por semillas oleaginosas.
Su fabricación
El biodiésel es un carburante líquido mixto, es una mezcla de aceites vegetales y carburantes provenientes de hidrocarburos o alcoholes. Su componente orgánico biológico proviene de aceites vegetales, resultantes de productos agrícolas como el girasol, soja, colza y palma, entre otros, con gran cantidad de aceite.
Para producir el biodiesel, se extrae el aceite de la semilla cultivada; posteriormente se lo refina y somete a la transesterificación, que consiste en el mezclado de aceite vegetal o grasa con un alcohol.
Su utilización
El biodiesel podría usarse, mezclado en proporciones del 25 al 80% con diesel tradicional, en motores de ignición a compresión. Todos los vehículos a diesel podrían usar este combustible sin hacer transformaciones mayores en el motor, siempre que se venda mezclado con gasolina o diésel.
Para la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), promover la producción y utilización de este combustible biológico podría resultar contraproducente.
Uno de los motivos que argumenta es que el territorio nacional cuenta sólo con una superficie limitada de suelos aptos para actividades agrícolas, el resto, mayoritariamente, tiene vocación forestal, con suelos notablemente frágiles y pobres.
Con ese razonamiento, se puede indicar que la producción de biodiésel podría provocar, por una parte, que se socaven las bases mismas de la seguridad alimentaria nacional y se aumente nuestra dependencia externa, en la medida en que la demanda y los precios del mercado internacional favorezcan la utilización de este u otros combustibles vegetales en desmedro de la producción de alimentos.
La entidad defensora del medio ambiente señala que la producción de biodiésel implica la utilización de grandes extensiones de suelo y generaría la expansión de los cultivos de oleaginosas como soya, macororó o ricino, girasol y palma africana, posiblemente transgénicas, generando presiones sobre ecosistemas forestales en riesgo, como el bosque Chiquitano o los bosques de Yungas.
Además, si se pretende aplicar la producción del biodiésel a partir del cultivo del tarwi, existe el riesgo del deterioro de suelos también en el altiplano boliviano.
Ante esos planteamientos contra la producción de biodiésel, un documento de la Cámara de Industrias, Comercio y Turismo de Santa Cruz (Cainco) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) indica que la producción de biodiésel sólo compromete al aceite crudo, que tendrá graves problemas de mercado a partir del 2008 porque Bolivia no es competitiva sin preferencias arancelarias por los elevados costos logísticos.
También sostienen que en el país el consumo de aceite refinado no es significativo, porque sólo representa el 17 por ciento de la producción nacional.
El documento señala que es poco factible que Bolivia se convierta en un pequeño “cluster” de producción de aceite refinado porque el mundo demanda commodities para la producción interna de este tipo de productos. Las importaciones sólo representan el 18 por ciento del crudo.
Lo cierto es que si Bolivia sigue exportando aceite crudo sin convertirlo en a biodiésel estaría traspasando divisas a terceros, indica en sus partes más importantes el documento de ambas instituciones que fue presentado la semana pasada en el Foro “¿Por qué debería apostar Bolivia por los Biocombustibles?”.
Qué es el biodiÉsel?
El biodiésel es un combustible fundamentalmente de origen vegetal que constituye una potencial alternativa a los combustibles fósiles como el diesel, la gasolina y otros, pues a diferencia de éstos disminuye las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Según algunos expertos, el futuro de esta energía estaría garantizado siempre que las administraciones gubernamentales colaboren con legislación a favor de su uso, con leyes que obliguen su consumo, con el mantenimiento de ayudas fiscales para la producción y transformación de algunos cultivos actuales por semillas oleaginosas.
Su fabricación
El biodiésel es un carburante líquido mixto, es una mezcla de aceites vegetales y carburantes provenientes de hidrocarburos o alcoholes. Su componente orgánico biológico proviene de aceites vegetales, resultantes de productos agrícolas como el girasol, soja, colza y palma, entre otros, con gran cantidad de aceite.
Para producir el biodiesel, se extrae el aceite de la semilla cultivada; posteriormente se lo refina y somete a la transesterificación, que consiste en el mezclado de aceite vegetal o grasa con un alcohol.
Su utilización
El biodiesel podría usarse, mezclado en proporciones del 25 al 80% con diesel tradicional, en motores de ignición a compresión. Todos los vehículos a diesel podrían usar este combustible sin hacer transformaciones mayores en el motor, siempre que se venda mezclado con gasolina o diésel.
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