"En la asociación la mitad de los productores somos mujeres, trabajamos en los cafetales igual que los hombres, sembramos, cuidamos y cosechamos el café en guinda e igual que ellos sufrimos el ataque de las plagas y la faltad e apoyo y caminos", expresó Sánchez.
La representante de las mujeres cafetaleras nos cuenta que ella creció en los cafetales y que desde muy niña heredó de sus padres el gusto por la producción del café, lo que la ha hecho se mantenga en el rubro por más de 50 años y llegue a ser una de las representantes y líderes de la región yungueña.
La gran mayoría de las productoras tuvieron que ingresar a la producción por necesidad, ya que en los Yungas las mujeres no escapan al abandono del progenitor o de sus parejas, quienes se van el hogar, dejándolas solas a cargo de una familia y una cosecha.
Situación que no afecta sólo a las esposas sino a las hijas e hijos, quienes deben acompañar a la nueva cabeza de familia a los cafetales, para mantener la integridad familiar. Si bien al lado del esposo la mujer era tomada como una más de las trabajadoras al verse sola demuestra y se convierte en el eslabón fuerte de la producción, ya que su trabajo en muchos casos cuenta con mayor calidad, debido a la dedicación, detalle, calidez, fuerza y esmero que caracteriza a la mujer yungueña.
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