Como toda empresa nacional que exporta productos homogéneos (commodities) es tomadora de precios en el mercado internacional, entonces no podrá imponer una subida de precios a sus productos de exportación; y ante un clima de país poco amigable para la empresa nacional de gran tamaño en términos de incrementar su capacidad de producción, quedan entonces dos escenarios probables: i) que la agroindustria traslade su infraestructura a la línea fronteriza con Paraguay, Argentina o Brasil para acopiar grano de soya del otro lado de la frontera o ii) que decida dedicarse a la producción agrícola de soya en desmedro de la producción industrial; es decir, cualquiera de los dos escenarios provocaría una caída en la cantidad demandada por grano de soya, con serios daños a nuestra agricultura.
Un menú de soluciones sería como sigue: 1) determinar el precio real para el productor agrícola; 2) aumentar la escala de exportación que posibilite mejorar los precios a la agricultura; 3) incrementar el poder de negociación del productor agrícola ante la agroindustria, mediante cooperativas de producción o la creación de empresas mixtas –con el Estado– de acopio de soya en grano, facilitar la exportación directa del grano de soya a modo de poner en competencia entre el precio local pagado por la agroindustria y el precio internacional, que pague más y genere un mayor rendimiento agrícola.
Es decir, el punto óptimo es evitar que la agricultura subvencione la competitividad de la agroindustria exportadora; pero, al mismo tiempo, tener en cuenta que no habrá soya sin la agroindustria cruceña
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