jueves, 15 de septiembre de 2016

Alimentación amigable" con especies mejorada



"Alimentación amigable", éste es el lema que guía los trabajos de mejoramiento de semillas y de la calidad nutricional de variedades de cereales y leguminosas que viene realizando el Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani que financia la Fundación Simón I. Patiño .

Desarrolladas a lo largo de más de tres décadas por un selecto grupo de científicos, las investigaciones han obtenido resultados positivos que se tradujeron en cultivos con mejores rendimientos y, también, en el reconocimiento de la comunidad científica del país.

Líneas de investigación

La Directora del Centro, Teresa Ávila, explicó que las líneas de investigación son trazadas en base a una estrategia destinada a mejorar los cultivos, dotando a las especies endémicas una mayor resistencia o tolerancia a enfermedades, a sequía, encharcamiento, calor y, sobre todo, al cambio climático. "Cuando hablamos de tolerancia a enfermedades, nos referimos a que sean las propias plantas las que adquieran, desarrollen o mejoren sus mecanismos internos, sin depender de otros agentes, como los agroquímicos o pesticidas", puntualizó la directora del Centro. Si las plantas se defienden, se utiliza una menor cantidad de pesticidas —por ejemplo—, para combatir las plagas que asolan los cultivos.

La otra línea de investigación está referida al mejoramiento genético, buscando variedades que tengan una buena calidad nutricional, referido este concepto, como en el caso de las habas, aumentando el valor proteínico, o frijoles con mayor cantidad de hierro y zinc y, actualmente, ajíes que van a ser con proteínas y compuestos antioxidantes, de mayor calidad de las que contienen las hortalizas.

Con los agricultores

Ávila explicó que el Centro trabaja con los pequeños agricultores, identificando los problemas que confrontan, o las tecnologías que van a utilizar. Todo este proceso de identificar las dificultades provenientes del cambio climático y problemas que tienen los agricultores, se constituye en un paso previo a la determinación de las líneas de investigación que emergen de estas necesidades y demandas. Luego, añadió Ávila, vienen las validaciones porque estas investigaciones llevan años. "Volvemos al terreno de los agricultores y ellos son los que nos ayudan a elegir lo que les resulte más conveniente", recalcó.

La finalidad de las variedades que Pairumani certifica es apoyar al pequeño agricultor de zonas de valle o tierras más bajas, estamos realizando trabajos con La Fundación que apoya estas iniciativas destinadas a contribuir a que el pequeño agricultor resuelva sus dificultades y mejore su producción.

Especies mejoradas

Las especies elegidas son haba, arveja, maíz, amaranto, tarwi y ají, porque son altamente consumidas por los bolivianos e importantes para la seguridad alimentaria, destaca la directora del Centro.

Maíz aychasara

Tenemos una variedad de maíz que puede ser usada como forrajera porque tiene mucha “parte verde”, es una planta grande y fuerte, pero además es utilizada como grano para hacer mote y otras comidas. El Centro ha desarrollado maíces que debido a su calidad alimenticia son conocidos como aychasaras que en idioma quechua vendrían a significar "maíces-carne". "El maíz común, es deficitario en Triptófano y Lisina, dos de los aminoácidos esenciales, presentes en el huevo, la leche y la carne, pero los aychasaras, sí los tienen", explica orgullosa la directora del Centro Pairumani que cuenta con tres variedades de estos supergranos, dos son chocleras y la tercera sirve para hacer api.

Subvención a investigaciones

Las variedades que produce el Centro son difundidas entre los agricultores a un precio subvencionado por la Fundación que financia la investigación y los agricultores lo único que compran es la semilla que se les vende y no pagan el costo de la investigación que asume la Fundación.

Impacto socioeconómico

Al menos cuarenta mil agricultores de todo el país participan de los beneficios que el Centro de Investigaciones les proporciona en las variedades y especies mencionadas anteriormente, generándoles ganancias por más de ocho millones de dólares, dijo Ávila. "Ahora estamos trabajando en arvejas tolerantes a la sequía y al encharcamiento, destinadas a diferentes zonas de cultivo", añadió.

Transferencia de tecnología

Al trabajar con los agricultores se hace una especie de transferencia de tecnología. Es decir que cuando un agricultor adquiere una semilla, adquiere todo un paquete tecnológico unido a la variedad. Esto se plasma a través del asesoramiento al agricultor a través de una cartilla en la que se explican los pasos y acciones que debe realizar el agricultor.

"Nuestra forma de trabajar es hacer una parcela en la que el agricultor siembra sus variedades locales, como testigos, y las variedades que nosotros le proponemos. Entonces el llega a sus propias conclusiones", dijo Ávila.

La directora del Centro Pairumani explica que la relación que tienen con los agricultores es de pares que se respetan mutuamente. Ávila reconoce que varios conocimientos fueron adquiridos a través del diálogo con ellos. "Nuestros técnicos están dispuestos a la escucha de este conocimiento ancestral y experiencia. A veces, nosotros indicamos el uso que una variedad puede tener y ellos le encuentran otros beneficios a través de la sabiduría y el conocimiento ancestral", añadió.

Alimentación amigable

De acuerdo a la explicación de Ávila, el Centro busca una alimentación amigable con el ambiente, es decir, con menor empleo de pesticidas y fertilizantes químicos; manejo sostenible de las tierras, del agua y de los recursos naturales. El concepto de alimentación amigable se traduce en la aplicación de potencialidades que poseen las variedades mejoradas, o los microorganismos de la misma tierra, además de algunos pesticidas de tipo orgánico y ciertas labores que el agricultor puede ejecutar para reducir las enfermedades de las variedades. "No es que no tenga que usarse pesticidas, cuando tenga que hacérselo se debe aplicar y listo, pero no de forma continua e intensa", explicó Ávila.

El pequeño agricultor, a diferencia de los cultivadores extensivos no tiene apoyo de ninguna naturaleza, está más desprotegido y no puede acceder a créditos como los medianos y grandes agricultores, por eso la Fundación vio por conveniente colaborar con este sector de menores recursos, argumenta.

Mejoramiento genético

El Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas utiliza técnicas de mejoramiento genético tradicional; es decir, cruzamientos y selecciones, apoyados por técnicas de laboratorio que ayudan a acelerar estos procesos, como marcadores moleculares o técnicas de inoculación de enfermedades para elegir las variedades, resistentes o tolerantes a determinadas plagas o enfermedades. Se hace hincapié en esta tecnología porque a menudo se la confunde con tecnología de transgénesis, la cual no es aplicada por el Centro de Investigaciones. "Nosotros no utilizamos eso, son técnicas que no las aplicamos. Nosotros nos abocamos a entrecruzamientos y selecciones de los mejores materiales", añadió Ávila.

En criterio de la directora del Centro de Investigaciones, la mejor muestra del profundo relacionamiento que Pairumani ha logrado en 36 años de actividad científica al servicio del pequeño agricultor, es la demanda creciente de parte de los cultivadores y productores. "La oferta de Pairumani es siempre deficitaria frente a la demanda de los agricultores", sostiene Ávila.

Los ajíes, es una línea que está siendo investigada, con resultados altamente promisorios por las potencialidades nutricionales y medicinales que las distintas variedades poseen, anunció la directora.



LOS TRES LABORATORIOS

El Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani posee tres laboratorios de biotecnología. Uno de ellos es el de Cultivo de Tejidos en el que se desarrollan los protocolos de multiplicación, conservación y aclimatación para la colección de muestras de pasifloras andinas (granadilla, tumbo, entre otras), orquídeas, violetas africanas, calas, estevia, manzano, durazno, pera y las amarilis, bajo la técnica in vitro, que permite la multiplicación rápida, segura y libre de agentes patógenos.

El laboratorio de Biología Molecular realiza estudios a nivel genético de diferentes especies y variedades, con la finalidad de establecer los genes que permitirán mejorar la calidad de las semillas o individuos (especímenes) en habas, arvejas u otros vegetales.

El laboratorio de Fitopatología lleva a cabo estudios que permiten diagnosticar e identificar a los agentes patógenos que afectan a las distintas especies con las que se trabaja en el Centro. También se realizan pruebas de virulencia, a fin de establecer el grado de sanidad de las semillas y también el estado de germinación. Estos trabajos se llevan a cabo a través de la técnica de la inoculación artificial a la variedad en estudio.

Los tres laboratorios trabajan de forma independiente pero coordinada al mismo tiempo, a fin de lograr especies más resistentes o tolerantes a diferentes enfermedades, condiciones de humedad o sequía, altura y otras variables bioecogeográficas o genéticas. Asimismo, para el trabajo de campo se cuentan con terrenos de cultivo e invernaderos en los que se realizan experimentos para mejorar semillas.



APOYO A PEQUEÑOS AGRICULTORES

En los casi cuarenta años de actividad del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani se ha logrado establecer nexos con más de cuarenta mil agricultores, de Chuquisaca, Santa Cruz y Cochabamba, además de otras zonas del altiplano.

A través de la entrega de semilla mejorada, variedades de haba, arveja, tarwi y maíz, estos miles de pequeños productores, han recibido asesoramiento técnico y apoyo de los investigadores que redunda en el beneficio directo de los cultivadores y familias por el orden de los ocho millones de dólares anuales. Actualmente, las investigaciones que viene desarrollando el Centro, especialmente en haba y ají, muestran las enormes potencialidades económicas de estas especies, a partir de su exportación con valor agregado, en alimentación y medicina.


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