miércoles, 6 de enero de 2016

Contrabando e importación asfixian al sector productivo

En los últimos días se ha visto una desmedida oferta de productos alimenticios en el mercado de origen extranjero de países limítrofes a la frontera boliviana como Perú, Argentina, Brasil e incluso de otros continentes como la China que ofertan a diario en cantidades extraordinarios una infinita variedad de alimentos como lácteos y sus derivados, café, chocolates, arroz, azúcar, harina, pollo, verduras, legumbres, frutas, papa, tomates , hortalizas y otros en abierta competencia desleal con los productos nacionales que los elaboran productores bolivianos en las distintas regiones de Bolivia.

A raíz del contrabando que ingresa a Bolivia ilegalmente, se atenta a la soberanía alimentaria con la fuga de divisas que no deja ningún beneficio para los agricultores bolivianos, salvo algunas excepciones como es la exportación de productos como la soya, el trigo, las oleaginosas, productos ecológicos y otros con valor agregado a baja escala, a comparación de otros productos que ingresan por la frontera boliviana sin ningún control y normativas estatales que impidan el ingreso de alimentos producidos fuera de Bolivia.

Sin embargo autoridades del gobierno anunciaron de la ampliación de la frontera agrícola, con la producción de 5 a 10 millones de toneladas de alimentos, lo cual contrasta con la realidad, puesto que los productores de oleaginosas, trigo, arroz, azúcar, pollo, lácteos y dentro de poco los productores de ganado vacuno tropezaran con la competencia desleal de productos introducidos por la vía del contrabando e importación que saturan los mercados, ofertados en grandes cantidades a menor precio; como es el caso del arroz y del azúcar brasilero, a menor precio y de buena calidad.

Así, en esas condiciones, Bolivia no puede competir en igualdad de condiciones con otros países como Perú, Brasil y Argentina que cuentan con apoyo políticas de fomento al sector agropecuario, como tecnología créditos blandos financiamiento y otros que facilitan e incentivan la actividad productiva. En cambio del lado boliviano se viene afrontando la ausencia de políticas claras, como lo es la liberación plena de exportaciones de productos alimenticios y sus derivados y la aplicación de la biotecnología como lo demandan los productores en el oriente, con la finalidad de satisfacer el mercado interno, como el caso del maíz y el trigo.

De la misma forma, los pequeños productores piden mercados para asegurar su comercialización en vista de la competencia desleal de países vecinos, incluso en productos como la quinua. Si bien se consiguieron logros e incentivos a la producción de quinua, los productores ahora se han hecho acreedores a más de 50 millones de dólares de financiamiento y ahora no saben cómo cumplir con sus compromisos porque la tonelada de quinua, bajo de precio en el mercado nacional e internacional.

Se suma a la crisis alimentaria los constantes cambios de ministros y denuncias de corrupción como es el caso del fondo indígena, que asfixian al sector agropecuario y no se buscan soluciones a corto, mediano y largo plazo para dar respuesta al sector productivo, puesto que algunos analistas desde diferentes ópticas coinciden en que vivimos una campaña electoral desde hace 10 años y por ello los productores quedan liberados a su suerte.

En ese contexto se destaca que la producción nacional, pese a las adversidades, en el rubro de las oleaginosas, lácteos, cárnicos, pollo, vacuno, cerdo, azúcar, trigo, café, cacao, avícola, ganadera, hortalizas, papa, legumbres, fruta, etc., aportan a la soberanía alimentaria otorgando trabajo a miles de bolivianos, de manera directa e indirecta como ser jornaleros, transportistas, casas comerciales, agro industria, banca, comercio, etc., generando trabajo e impuestos a las arcas del estado y exportando productos con valor agregado.

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