viernes, 27 de junio de 2014

Cifras de la coca

La droga controla amplios territorios del país –lo admite el propio gobierno- y la coca boliviana ha convertido a Argentina en el tercer productor de cocaína en Sudamérica, pero, curiosamente, la Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Deleito (ONUDD) dice que en Bolivia está disminuyendo el área de cultivo de la hoja.
 

140.000
Millones de dólares era el monto de la deuda externa argentina antes de los Kirchner.

250.000
Millones de dólares es el monto de la deuda argentina en este momento.

70.000
Millones de dólares deberá pagar Argentina este fin de año por sus renegociaciones pasadas.
El precio internacional del gas natural se ha mantenido estable inclusive en Europa donde inclusive llegaron a caer los precios con entrega en un mes. Todo esto a pesar del conflicto armado que aun no se soluciona entre los separatistas rusos en Ucrania. Los precios del Gas Natural Licuado (GNL) empezaron el año alrededor de los US$20 MMBtu pero han alcanzado los US$12MMBtu. El mercado ha visto una separación en la antigua relación en el precio del gas y el petróleo.
Si es cierto, como dijo el ministro Carlos Romero en abril, que el Ichilo es el “epicentro” de la cocaína en Bolivia y, como dijo el viceministro Felipe Cáceres, en Yapacaní, donde el Estado boliviano no pudo instalar un cuartel de Umopar, operan mafias brasileñas y colombianas, ¿cómo es posible que haya disminuido el cultivo de coca?
Las cifras de la ONUDD no encajan en esta realidad retratada por el propio gobierno, pero permiten a los funcionarios y al propio presidente Evo Morales vanagloriarse de méritos que ellos habían negado al admitir que el narcotráfico ha llegado a controlar la Amazonía boliviana, como dijo el comandante de la FELCN.
Hay otras incoherencias en el informe de las ONU: dice que de las 23.000 hectáreas cultivadas ahora, 47% de la producción va al narcotráfico, con lo cual confirma que 12.000 hectáreas tendrían que ser suficientes para la demanda tradicional…
Pero al mismo tiempo el vocero de la oficina de la ONUDD dice que la ley 1008 es obsoleta, con lo que da pie a que el gobierno cumpla su propósito de elevar de 12.000 a 20.000 las hectáreas autorizadas.
El informe ha pasado por alto que en el Chapare ha aumentado no solamente el área cultivada con coca, sino que allí se aplica, como dijo un enfoque de “eju.tv”, una tecnología moderna que permite elevar el rendimiento por hectárea, además de obtener más droga de la misma cantidad de hojas.
Lo que parece un contrasentido absurdo es que la ONUDD diga que Bolivia produce cada vez menos coca y al mismo tiempo reconozca, en el miso documento, que Argentina es el tercer productor de droga en la región, usando coca boliviana.
Algún grado de seriedad hace falta en estos informes. Si se van a hacer los anuncios como parte de la campaña electoral, como ha ocurrido esta vez, habría que dar coherencia a las cifras, de tal modo que el gobierno no ofrezca testimonios contrarios a lo que vaya a decir el organismo mundial.
El país observa, cada vez con mayor disposición a perdonar, cómo la actividad ilegal vinculada al narcotráfico representa cada vez más en las cuentas de la economía real, pero no entiende cómo un organismo internacional, quien sabe por qué extrañas razones, se propone negar la realidad.
TEÓRICOS Y LA ECONOMÍA
A mediados de los noventa, tres defensores de las políticas de libre comercio (el diplomático y escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el exiliado cubano Carlos Alberto Montaner, y el periodista y autor peruano Álvaro Vargas Llosa) en su libro “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” criticaron al libro, “Las Venas Abiertas de América Latina” como “la biblia de los idiotas”, y redujeron sus tesis a una sola frase: “Somos pobres; es culpa de ellos”.
El tema se ha vuelto relevante porque a principios de año en una entrevista con el New York Times, Eduardo Galeano, autor de Las Venas Abiertas, renegó de su libro diciendo que no estaba calificado para tratar el asunto y que estaba mal escrito. Sus declaraciones han despertado un vigoroso debate regional, con la derecha afirmando maliciosamente “se los dijimos”, y la izquierda aferrándose en una obstinada defensiva.
“Las venas abiertas intentaba ser un libro de economía política, pero yo no contaba con suficiente entrenamiento o preparación”, dijo Galeano en abril pasado al responder algunas preguntas en la bienal del libro en Brasil, donde se celebraba el 43 aniversario de la publicación de su libro. Y agregó: “no sería capaz de leerme el libro de nuevo; me desmayaría. Para mí que esa prosa de la izquierda tradicional es extremadamente pesada y mi mente no la tolera”.
Según The Economist, el desarrollo Asiático y el boom económico de América Latina basado en la exportación de materias primas exponen la teoría de la dependencia de las Venas Abiertas como “simplista y sin sentido”. Más aún, la democracia social como se la practica en Brasil, Chile y Uruguay han ofrecido más a la población de América Latina que el Estado quebrado y represivo de los Castro.
Sin embargo, el concepto de que somos pobres porque alguien (las transnacionales, los capitalistas o EEUU) nos está robando la riqueza, aún tiene adeptos en la región. Vive en el discurso y las acciones de gobiernos como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina. La receta política es ahora modulada. En lugar de la revolución armada de Cuba, la formula ahora es la de la “democracia radical” o “populismo”.

Sin embargo, el populismo tiene dos fallas fundamentales: el hecho de que depende de un líder carismático, pero sobre todo porque no ofrece respuestas para la economía.                    

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