jueves, 3 de abril de 2014

Mal de Panamá en bananos bolivianos

El mal de Panamá es una enfermedad en las plantas de bananos o plátanos y se trata de una de las amenazas de extensión internacional más grande debido a la resistencia del hongo a los fungicidas. Por ello la FAO la cataloga como una de las enfermedades más graves de la historia del cultivo bananero y causante de cuantiosas pérdidas económicas en varios países del mundo.

El hongo Fusarium Oxysporum ataca las raíces e invade el sistema vascular de la planta, impide su normal alimentación y ocasiona una progresiva deshidratación, amarillamiento de la hoja, marchitez y por fin, la muerte de la planta. En sí este hongo no daña directamente el fruto, es más, una planta infectada puede producir, siempre y cuando la planta no muera antes de que el fruto llegue a su madurez. La Agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) busca una variedad resistente a este hongo. En Bolivia la enfermedad que preocupa a los productores es la "sigatoka", una variedad de hongo que afecta el crecimiento de la planta, la obliga a la madurez precoz y por tanto a un tamaño reducido de los frutos. A pesar de ello el hongo es controlado, aseveró el ingeniero agrónomo Ricardo Rodríguez.

Inicio del hongo. El Mal de Panamá se manifiesta inicialmente con el angostamiento de las hojas más grandes y avanza desde ellas hacia las hojas más tiernas. Las hojas se doblan hacia el suelo, formando una corona de hojas muertas alrededor del pseudotallo. La planta no detiene su crecimiento y las hojas tiernas que brotan tienen un aspecto erecto aunque descolorido. La planta tarda en morir, pudiendo producir varios retoños (chupones) antes de perecer finalmente.

Transmisión. La trasmisión de planta a planta se realiza a través de los pequeños orificios que deja otro tipo de plagas en la planta. Son en estos orificios donde el hongo se aloja y comienza a matarla desde el tallo principal de forma gradual hasta marchitarla totalmente.

Con la muerte de la planta el hongo se retira del xilema y ocupa los otros tejidos; formando finalmente clamidosporas (tipo de espora de paredes gruesas de varias clases y colores que se propaga en toda la planta) que regresan al suelo. Las clamidosporas pueden sobrevivir hasta 30 años en el suelo, colonizando otras especies afines o incluso los residuos vegetales. Si se inicia una plantación con tierra infectada, la difusión de la enfermedad es lenta, aunque puede acelerarse si el agua de riego ayuda en la dispersión de las esporas. La tasa de difusión depende de varios factores, entre ellos el pH del suelo, el tipo de drenaje y las condiciones del suelo.

Tratamiento. El hongo se muestra resistente a los fungicidas y su resistencia en el suelo hacen que otros medios -la rotación de cultivos y el barbecho- resulten inútiles.

Prevención. La técnica para evitar este tipo de enfermedades está en la plantación de variedades resistentes al hongo.

Actualmente cuatro programas están desarrollando prototipos de uso comercial basados: la FHIA en Honduras, el EMBRAPA-CNPMF en Brasil, el IITA en Nigeri y el CIRAD-FLHOR en Guadalupe. El objetivo primordial es la búsqueda de un sustituto para la variedad 'Cavendish' la cual es la más producida a nivel mundial.


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