martes, 26 de noviembre de 2013

Agricultura sostenible mitiga pobreza de mil familias

Aproximadamente mil familias de los municipios de Anzaldo y Sacabamba de la provincia Estaban Arce (Cochabamba) y Acasio, provincia Bernardino Bilbao (norte de Potosí) mitigan su pobreza con la gestión del agua y la implementación de huertos familiares agroecológicos impulsados por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca).

Estos huertos tienen la característica de utilizar el agua disponible en la zona a través de sistemas de riego eficientes y económicos, como el de goteo, además de favorecer la obtención de una gran variedad de productos, lo que permite dar mayor valor nutritivo a la alimentación local.

En Acacio, 100 familias de 11 comunidades han implementado este sistema de huertos, de los cuales 60 ya tienen parcelas en plena producción y 40 están en proceso de adecuación de terrenos y capacitación.

“Antes cuando yo era niño, había mucha agua, luego ha disminuido años tras año, se ha secado y hemos tenido que migrar.

Traemos agua (potable) de 18 kilómetros, era una pena vivir aquí. A través de la implementación de los huertos la situación ha cambiado, con los aljibes y el riego de goteo hemos podido sembrar más verduritas o frutitas”, señaló Cecilio Yampara Felipe, de la comunidad Tornok´asa de Acasio.

En su huerto, Cecilio produce papa, maíz, trigo, ulupica, plantas medicinales, manzana, durazno, cebolla, huacatalla y hierba buena en cantidades suficientes como para cubrir el consumo familiar e incluso lograr un pequeño excedente que le permite hacer trueque por otros alimentos.

“Comencé hace tres años, después de ver a don Cecilio hacer una huerta, ¿por qué yo no puedo poner (una huerta)?, me he dicho, entonces intentaré, y he hecho mi huertito, ahora tengo duraznito, manzanita, lechuga, tomates, zanahorias”, dijo por su parte Pedro Quispe, vecino de la misma comunidad.

En el poblado adyacente de Llallaguani viven Celestino Saramani e Isabel Paraguayo. Tienen tres hijos, dos de ellos migraron a Cochabamba. Iniciaron su huerto hace cinco años porque “no producían nada y no tenían qué comer”.

“Antes aquí no había nada, ahora está mejor, no teníamos agua, no podíamos producir. Ahora tengo tumbo, naranja, cebolla, papa, cebada, limón y algunas flores”, dijo Saramani al ser consultado sobre la implementación de los huertos.

El agricultor asegura que en el futuro quiere ampliar sus cultivos, pero le preocupa quién va a cuidar su producción porque sus hijos viven lejos y sólo vienen en época de cosecha.

Sus vecinos le tienen envidia, asegura el agricultor. “Si uno trabaja tiene pues, algunos sólo quieren agarrar (sus productos) no más, sin trabajar”, critica.

En Anzaldo los resultados son más prometedores. Mario Veizaga y su esposa Margartita Blanco empezaron su huerto en 2006, después de pasar un mal año en Cochabamba donde no pudieron encontrar trabajo. Regresaron a cultivar su tierra y conocieron Cipca, que les ofreció apoyo.

La institución financió una parte de su aljibe y le dio material para que arme su sistema de riego por goteo. Cinco años después tienen uno de los huertos más envidiados de la comunidad de Llallaguani.

Incluso se permitió el año pasado poner alevinos de carpas en los atajados. Ahora tiene cerca de 300 carpas y los vende “cada vez que están en buen tamaño”. Las carpas se reproducen rápidamente y pueden adaptarse a aguas estancadas. Además, hasta fin de año implementará cinco cajas de colmenas de abeja para producir miel y un criadero de chanchos.

“Nos dijeron si podemos construir algunos huertos, hortalizas, manzanas, yo no conocía la manzana. No podía plantar, el primer año pusimos 16 pero no han crecido. Pusimos durazno pero no valoré y cuando empezaron a producir me arrepentí. Así empecé a trabajar, con intercambio de experiencias, al año siguiente ya ha funcionado”, dijo Veizaga.

Tras la entrevista, Mario entró a una de sus pozas y pescó seis carpas que luego de ser cocidas a leña en perol fueron rápidamente degustadas por los visitantes.

ENTREVISTAS

José Muñoz. comunidad de Torankalí, Sacabamba

"Las heladas perjudican"

"Producimos bien, sólo las heladas y especialmente el granizo nos ha afectado. En (el granizo de) octubre he perdido casi todo, en vano he trabajado. Lo bueno es que como hay agua puedo volver a poner (sembrar) gracias a la presa y a los atajados, el agua (riego) por goteo sirve mucho. Perdí la mitad de la papa, casi toda la cebolla, todas las flores, pero el tiempo no se puede controlar, qué vamos a hacer".

Celia Flores. Comunidad Llallaguani, Anzaldo

"Las mujeres participamos"

"Me levanto a las cuatro de la mañana, cocino, alisto a los hijos para la escuela, comemos sopita a las siete u ocho de la mañana, luego a trabajar en la tierra o ir al sindicato. Las mujeres ahora participamos en todo, el hombre solito ya no puede.

Volvemos para las cinco de la tarde, otra vez (cocinamos) papa, chuño, phiri, quispiña. Si no podemos, el esposo cocina. Antes no era así, pero hemos luchado".

Elmer Mendieta. Técnico de Cipca

"Están conscientes"

“Ahora las familias están conscientes de que se puede diversificar la producción en su parcela y que pueden producir sus propios alimentos en mayor escala. Por eso, a finales de este año la institución va a abandonar Sacabamba y Anzaldo y vamos a abrir otros proyectos posiblemente en Totora y Pojo, está por verse. Ya hemos hecho incidencia productiva y política, aunque faltan todavía cosas por hacer”.

Benito García . Comunidad Challak´e, Sacabamba

"Sin agua no hay vida"

“Si no tenemos esta agua entonces ya no tenemos vida. Utilizamos en riego, en alimento, en nuestras chacras, incluso para lavarse. El agua es todo para nosotros, por eso pensamos ampliar también con otra represa. Antes sin agua sufríamos mucho, por eso nos íbamos a otro lado, ahora podemos quedarnos. Con ésta regamos cuarta hectárea por familia en época seca, eso nos alcanza para comer”.



buscan exportar

Aunque la producción es todavía en pequeña escala, varios huertos familiares de Sacabamba, Anzaldo y Acasio han empezado a producir orégano de la variedad Marú para exportación. Por ahora, es sólo un proyecto piloto pero hay grandes expectativas.
También están experimentando con una variedad de quinua impulsados por el buen momento de este grano en el comercio mundial. Sin embargo, por la altitud promedio de la zona (entre 2.500 a 3.000 msnm) no han logrado todavía resultados.



k´allampas

Como un ingreso extra, la comunidad de Challak´e produce K´allampas (champiñones silvestres) en los bosques de pino que están al borde de la represa y sus chacras. Estos hongos son bastante apetecidos por comerciantes de Cochabamba.
Las K´allampas brotan sólo en tiempo de lluvia y se pueden cosechar cada tres días. Cada árbol produce una carga (2 qq) en los tres meses que dura la época de lluvia. Una vez secada, cada carga se transforma en una arroba de champiñón listo para ser vendido. Cada arroba se vende en 350 bolivianos. Este hongo sólo brota en la variedad de pino Rabiata.
Según el técnico de Cipca Elmer Mendieta existen cerca de 40 o 50 mil pinos radiata en la zona, aunque no todos producen K´allampa.
"Es un ingreso extra que no requiere mucho trabajo. Se cosechan cada tres días. Lo venden freso o seco, sin procesar. La idea es que como en (el municipio de )Vila Vila se le añadan ají u otras especias para darle valor agregado y generar mayores ingresos", señaló el técnico.
La institución junto con la asociación de productores implementaron mesas para el secado de este hongo.



GESTIÓN COMUNAL DEL AGUA

Represa dota agua a 200 familias de 5 comunidades

Otras 200 familias en Sacabamba se beneficiaron de la gestión del agua a través de la implementación de la represa de Challak´e que es administrada comunalmente por los mismos campesinos.
Su capacidad es de 1.800.000 metros cúbicos y tiene 22 metros de altura. El proyecto se ideó en 1998 y terminó de construirse en 2008.
“La diferencia de antes y después (de que exista la represa), primero es la forestación, (antes) todo era pelado, también la lluvia, ahora viene por aquí, antes no venía. Segundo, nosotros ya no vivíamos aquí porque solo al año producía una vez, pero ahora hemos hecho sostener (la producción) aquí, hasta contratamos peones, tenemos seguridad de alimentos, frescos, pero es gracias al agua, ¿si se seca? Pensamos” señaló Benito García, impulsor del proyecto.
“Otro cambio es que trabajamos todas las familias, están nuestras esposas, nuestros hijos, todos salimos a regar o a trabajar, antes era nuestras esposas (por su lado) a pastorear (y) nosotros a jornalear de peones a Cliza”, Señaló.
“Para los animales igual ya no sufrimos porque tenemos aquí al borde del agua pastito, alimentos, alfas. Ha cambiado, estamos bien”, dijo, “Sólo nos falta mercado".
Pero la gestión para construir la presa no fue fácil. Durante 15 años la comunidad y Cipca peregrinaron para lograr financiamiento.
Las 80 familias que empezaron el proyecto participaron en la misma construcción como mano de obra. “La primera vez que vimos maquinaria nos asustamos, no conocíamos. A veces sólo veníamos para ver las maquinarias, las volquetas, los tractores, incluso desde las comunidades más lejanas venían a ver”, recordó.
La Asociación de Regantes y Servicios Agropecuarios de Challak´e (Arsac) administra la represa, que beneficia a cinco comunidades: Challak´e, Villa San Isidro, Chimparrancho, Patahuerta y Ch´arajochi. Entre 200 y 300 hectáreas de terreno son regadas por sus aguas dependiendo de la época.
En temporada seca (junio-octubre) sólo riegan un cuarto de hectárea (2.500 metros cuadrados) por familia, el mínimo necesario para la producción de alimentos para la subsistencia. Cada parcela produce tres veces por año.
Sin embargo, la asociación prevé que la población crecerá y que será necesaria otra represa, para lo que ya han enviado proyectos a los programas "Bolivia Cambia, Evo Cumple" y "Mi Riego" para conseguir financiamiento.
El resto de las comunidades que componen Sacababamba se suministran agua de 50 atajados.

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