domingo, 11 de agosto de 2013

El desarrollo del trigo tropieza con falta de variedad de semilla

La falta de variedades de semillas de trigo de más rendimiento y resistentes a factores climáticos y plagas es el principal factor que impide que en Bolivia despegue en la producción a gran escala en este cultivo, coinciden protagonistas del sector.

En el país, el abastecimiento de ese grano, que sirve para la industria panificadora, depende en gran medida de la importación. Se estima que de las 650 mil toneladas que requiere Bolivia para satisfacer la demanda, el 61% se cubre con las compras del extranjero.

El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Demetrio Pérez, explicó que en el oriente hay al menos diez variedades, de las que tres son las mejores.

Además se conoció que recientemente se informó de la introducción de cuatro nuevas variedades de semillas más resistentes y de mayor productividad.

La producción de trigo a gran escala ganó interés luego de que Argentina, el principal proveedor de harina para el país, restringiera la exportación de ese producto, debido a problemas internos.

Las etapas de la cadena productiva del trigo son la preproducción (semillas), la producción (sembrado y cosecha), la molienda y la industria del pan y de los fideos. Según los especialistas, el problema radica en las dos primeras fases.

Pérez explica que el trigo es un cultivo tradicional del occidente del país y que para “adaptarlo” al suelo del oriente se requieren variedades de semillas que logren alta productividad, de “ciclo corto”, resistentes a fuertes vientos y contra enfermedades y plagas.

“La adaptación tiene un costo referido principalmente a la investigación de nuevas variedades. Y ésta ha sido la gran debilidad que hemos tenido como país”.

Una lectura similar expresa el gerente general de la Cámara Agropecuaria del Oriente, Edilberto Osinaga: “El trigo es un cultivo todavía de rendimiento poco bajo, justamente porque no hay muchas variedades de semilla adaptadas a la región”.

A ello hay que añadir el precio fluctuante. Cuando está bajo, a los productores les interesa ampliar el cultivo, pero cuando está alto, no hay la suficiente semilla. Por eso es que se opta por la estabilidad de otras plantaciones como la soya.

En el occidente, según el investigador y agroeconomista Fernando Crespo, también hace falta variedades de alto rendimiento y aptas para zonas semiáridas.

Considera que en el mercado boliviano no superan las 15 variedades y agrega que si bien se han desarrollado algunos tipos que mejoran los rendimientos, son insuficientes ante la demanda que tiene la población.

No obstante, Pérez afirma que este sector requiere que se liberen más tipos, como sucede en el campo de la soya, que cada año se liberan entre 15 y 20 variedades.

Además de la oferta de semillas, Pérez y Crespo dicen que hace falta mayor fomento a los productores.

“No hay un programa de fomento y de expansión del cultivo en nuevas áreas en el oriente, ahí está la parte que falla”, afirma Crespo.

Pérez sostiene que “en ningún momento de los gobiernos se ha elaborado un plan integral y estratégico para producir trigo”.

Los productores estiman que el apoyo debe expresarse en incentivos, financiamiento y seguro de producción, entre otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario