domingo, 20 de enero de 2013

Una revolución agroforestal se gesta en la Amazonía boliviana



La instalación, hace 18 años, de un vivero de copoazú en Rosario del Yata, una comunidad beniana, marcó el inicio de una revolución agroforestal que hoy beneficia a un millar de familias y busca expandirse por toda la región amazónica.

Este trabajo, liderado por el Instituto Para el Hombre, Agricultura y Ecología (IPHAE), implicó un cambio de la lógica extractivista hacia la adopción de un sistema de producción integral y sostenible de los recursos del bosque, que además permitió a comunidades de Beni y Pando llegar con sus productos a Brasil y Francia.

“La cultura productiva del norte boliviano siempre fue extractivista. Por ejemplo, recoger los frutos de la castaña y tener una agricultura de simple subsistencia con arroz, maíz y yuca. En los años 90 se abrió la mente a la importancia del manejo integral de los recursos del bosque y el uso de sistemas agroforestales. Se enseñó a los comunarios a sembrar y cultivar plantas frutales en sus chacos, y se los capacitó en el fortalecimiento organizativo”, explica Armelinda Zonta, una de las impulsoras de IPHAE.

Ingresos. Zonta recuerda que en esa época la castaña era una opción económica no muy bien remunerada. “Los ingresos de las familias eran de $us 500 por año. Había mucha pobreza y una gran necesidad de buscar una opción económica compatible con el medioambiente, la cultura y las posibilidades del mercado”.

Desde entonces, IPHAE, con el apoyo de la Unión Europea y la Fundación Hivos, introdujo el sistema agroforestal con la instalación del primer vivero piloto de copoazú en la comunidad beniana de Rosario del Yata. Cristhian Noco, de la comunidad Santa María (Beni), fue uno de los beneficiados. “Antes sólo sembraba arroz, yuca y maíz para el consumo de mi familia. No convenía producir más pues no eran productos muy valorados aquí. Quedábamos con hambre porque llegaba agosto y se había terminado ese alimento. Ahora diversifiqué mi chaquito y tengo, además, frutas como el copoazú y el majo, lo que me permite tener ingresos extras. Aprendí a manejar estas plantas, desde la siembra, el manejo (podado y limpieza) y su cosecha”, explica.

Hoy el precio por kilo de copoazú en Riberalta es de Bs 2. En promedio un productor cosecha unos 3.000 kilos en una zafra de tres meses y obtiene ingresos por unos Bs 6.000. El año pasado, la empresa Madre Tierra Amazonía SRL, desde Riberalta, exportó al mercado de Brasil tres toneladas de copoazú procesado.

En Santa María viven 96 familias, de las cuales 40 consolidaron el uso de sistemas agroforestales en sus parcelas. Este trabajo se replica en varias comunidades de la Amazonía beniana y pandina. Actualmente, un millar de familias introdujo con éxito el cultivo de especies como el copoazú, majo, cayú, asaí y cítricos.

El desarrollo de estas cadenas productivas, el fortalecimiento organizacional y la incidencia en políticas públicas a través del fortalecimiento de federaciones, centrales indígenas y comunidades campesinas han sido encarados por instituciones como IPHAE, Cipca, CEJIS y FAN.

Este apoyo permitió abrir oportunidades. La pulpa del copoazú llega a Santa Cruz y Cochabamba, y su manteca es exportada a Brasil, donde es utilizada por la empresa de cosméticos Natura. El aceite de majo llegó hasta Francia. La apertura de mercados fue lograda por Madre Tierra Amazonía, cuya apuesta está en el asaí, fruto del palmito muy apetecido por su valor nutritivo.

Proyectos. “El manejo forestal comunitario ya se ha consolidado y no se discute. Ahora hay que fortalecer esta iniciativa y buscar un manejo integral de los recursos del bosque”, asegura Fortunato Angola, director de IPHAE. Lentamente las municipalidades y las comunidades impulsan este sistema de producción sostenible. Los comunarios de Buen Futuro (Pando) acaban de presentar un proyecto al Gobierno nacional para contar con su propia planta industrializadora, con una inversión de más de dos millones de bolivianos. En Guayaramerín (Beni) Cáritas, con apoyo técnico de IPHAE, instaló una planta despulpadora en la que trabaja una treintena de mujeres.

Pero el desafío de llegar con rapidez a los mercados se enfrenta a la falta de vinculación caminera del territorio amazónico. Esto frena el impulso de los productores. El fruto cosechado se acopia en Riberalta. Unas 30 horas puede tardar el transporte en llegar durante la época de lluvia (cosecha). Luego, el producto procesado, como la pulpa congelada de copoazú, sólo puede utilizar el transporte aéreo para llegar a las grandes capitales del país y su alto costo los dejaría sin ganancias.

Uso integral del bosque

La agroforestería apuesta al uso integral de recursos del bosque, dejando atrás el monocultivo y la agricultura extensiva. Mejora la productividad de las tierras, es ecológicamente sustentable, protege el suelo, el reciclaje de nutrientes y diversifica la producción.

Más valor con polvo orgánico liofilizado

Con el objetivo de brindar mayor valor agregado a la producción de los frutos amazónicos, la empresa Madre Tierra Amazonía está en una etapa de experimentación con el proceso de liofilización, que permite deshidratar el fruto a través de un proceso en el que se congela el producto y luego se introduce en una cámara de vacío para realizar la separación del agua por sublimación. Así se elimina el agua desde el estado sólido al gaseoso del ambiente sin pasar por el estado líquido.

“Buscamos tener un producto seco para llegar a grandes mercados en pequeños volúmenes, pero con gran valor agregado. Esto significará mayores ingresos para los productores”, explicó Álvaro Suárez, gerente general de la firma.

Madre Tierra ya cuenta con muestras de asaí y copoazú, las cuales han sido enviadas a empresas nacionales y extranjeras para su evaluación. “Hicimos compras de fruto en comunidades como Santa María, Buen Retiro, San Carlos y Contravaricia para asaí, y otras 40 comunidades para copoazú. Ahora estamos listos para abrir mercados, para hacer energizantes y antioxidantes a gran escala”, explicó Suárez. El liofilizado lo realiza en Santa Cruz el Grupo Cuéllar, que se dedica al liofilizado de manzanas, bananos y ahora asaí.

El asaí ha sido catalogado como uno de los frutos más nutritivos del mundo. Contiene 15 veces más antioxidantes que la uva y el doble que el arándano. La tala indiscriminada de la palmera (para extraer palmito) casi extermina la planta de la Amazonía boliviana. Actualmente se impulsa su producción. El precio del kilo de pulpa de asaí varía entre Bs 15 a Bs 20 en el mercado local. En Santa Cruz llega a costar entre Bs 25 a Bs 35 el kilo.

Desde jabones hasta mermeladas. Así de múltiple es el copoazú, introducido en Bolivia hace 18 años desde Brasil. Un productor cosecha unos 3.000 kilos en una zafra de tres meses y logra un ingreso de Bs 6.000. De la palma real se pueden extraer varias fuentes de materia prima. Los productores reciben Bs 2 por kilo. El aceite es utilizado para la elaboración de cosméticos. Tiene un precio de Bs 140 por litro y la pulpa llega a costar Bs 10.

Avanza la exportación de productos amazónicos

Riberalta (Beni) es la sede de la empresa Madre Tierra Amazonía SRL, emprendimiento que tiene como accionistas mayoritarios a productores de las provincias Vaca Díez (Beni ) y Madre de Dios (Pando). La firma, que fue creada en 2002 como parte del proyecto de IPHAE financiado por Hivos y la Unión Europea, funciona en el Centro Amazónico de Procesamiento de Alimentos Madre Tierra cuenta con activos valorados en Bs 600 mil. La Asociación de Productores y Productoras Agroforestales Amazónicos Vaca Díez cuenta con el 40% de las acciones de la empresa. Y la Asociación de Productores Agroforestales Ecológicos Madre de Dios tiene el 30%. Son, en total, 200 productores que se benefician de Madre Tierra.

Con una venta bruta anual de $us 70 mil, es la receptora principal de la producción agroforestal de las comunidades amazónicas. Para este año se prevé consolidar las exportaciones principalmente de aceites y mantecas vegetales amazónicas con sello Orgánico a Estados Unidos, Brasil, Europa y Japón.


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